Gestionar los aumentos repentinos que surgen a raíz de la ingestión o absorción de azúcar en el cuerpo es esencial para prevenir episodios de excesos alimenticios.
El azúcar es el principal combustible celular y se encuentra en los alimentos de dos formas: azúcares simples, como los presentes en dulces, kétchup y sushi, de rápida absorción; y carbohidratos complejos, como los cereales y las legumbres, que se descomponen más lentamente en el cuerpo. Cuando comemos, el páncreas libera insulina para permitir que las células utilicen el azúcar como fuente de energía. El exceso se almacena en el hígado como glucógeno.
El "pico de azúcar" después de comer depende de la carga glucémica de los alimentos. Sin embargo, las "caídas de azúcar" entre 2 y 4 horas después afectan más al hambre y la ingesta futura de alimentos. Algunas personas experimentan caídas significativas, lo que aumenta el hambre y la ingesta calórica.
Las respuestas varían entre individuos y no están vinculadas a la edad o el peso. Factores como la actividad física y las circunstancias diarias influyen en las montañas rusas de azúcar. Para suavizar estas fluctuaciones, se pueden optar por carbohidratos complejos, fibra, frutas enteras y proteínas, mientras que se limitan los azúcares añadidos y los líquidos azucarados.
El ejercicio físico es crucial para la captación de glucosa por parte de los músculos y para reducir los picos de azúcar. Se necesita más investigación para comprender completamente estos procesos.
Fuente: El Mundo
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